Que el duelo sea llevado a su estatuto de acto. Después de Duelo y melancolía de Freud, el psiconálisis tiende a reducir el duelo a un trabajo; pero hay un abismo entre trabajo y subjetivación de una pérdida. El acto es capaz de efectuar en el sujeto una pérdida sin compensación alguna, una pérdida a secas. Después de la Primera Guerra mundial, la muerte no espera menos. Ya no vociferamos juntos contra ella; ya no da lugar al encuentro sublime y romántico de los amantes transfigurados por ella. Pero resulta que, dentro de la ausencia de ritos fúnebres, su actual salvajismo tiene como contrapartida que la muerte empuje el duelo al acto. A muerte seca, pérdida a secas.
No fue una sorpresa menor que advirtiera que en verdad había una versión del duelo en Lacan, hasta entonces insospechada. Por cierto que lo contrario hubiera sido asombroso si se piensa que Lacan, al proponer su ternario simbólico-imaginario-real como paradigma para el psicoanálisis freudiano, debía reconsiderar a partir de allí el conjunto de los problemas clínicos planteados en el campo freudiano. En tal sentido, podrá leerse cómo esa versión del duelo reside en la interpretación lacaniana de Hamlet.
Jean Allouch