«El malentendido que pesa sobre el tópico de la industria cultural como dispositivo crítico es análogo al que desfigura al famoso dictum de Adorno sobre la barbarie de la poesía después de Auschwitz. En ambos casos se leyó una prohibición o una clausura allí donde se intentaba abrir una pregunta radical por las posibilidades de una civilización a la altura de su propia barbarie. Dicho de otro modo: nunca se planteó la imposibilidad de la poesía después de Auschwitz, sino la urgente necesidad de repensar su estatuto a la luz de la barbarie consumada; del mismo modo, jamás se sostuvo la pura negatividad de la cultura después de su industrialización, sino la exigencia de indagar sus condiciones y posibilidades tras el advenimiento del capitalismo monopolista.»
L. I. G.