La muerte en esta novela es el trofeo de la vida. Llega, si es merecida, a los que saben apropiársela, sin que, como advierte la autora, “nadie la coloque sobre nuestra cabeza como una vergüenza irreversible”. De eso se trata Ganarse la muerte, de una carrera inconsciente para derribar o asumir un sistema; de un quejido solitario que apenas rasga la insobornable fortuna. Cledy pasa por el orfanato como por todas sus posteriores casas: llorando, y va por la vida como por un campo minado de besos incestuosos y miradas desviadas. La salva el dolor de no saber ni siquiera cómo se hace mujer.
Griselda Gambaro disecciona la realidad con el filo de su pluma y extirpa las miserias de la condición humana, liberando el desenfreno y la abulia. La violencia se manifiesta en el orden de la intimidad. Aquí el que no ama, pega o huye. Con humor y certeza, un personaje señala que “si la violencia está siempre en algún lado, es mejor que esté de nuestra parte”.
Publicada en julio de 1976 y prohibida por la dictadura militar en 1977, esta obra actualmente es parte de la Colección de Libros del Tesoro de la Biblioteca Nacional.