“Aquí la forma es contenido, el contenido es forma. [...] No hay que leerlo, o más bien no es sólo para ser leído. Es para ser mirado y escuchado. Sus textos no son acerca de algo; son ese algo.
Cuando el sentido es el sueño, las palabras se van a dormir.
Hay un punto que debe quedar en claro: la belleza de Obra en curso no solamente se presenta en el espacio ya que su aprehensión adecuada depende tanto de su visibilidad como de su audibilidad.
Este texto [...] es un extracto por antonomasia del lenguaje, la pintura y los gestos, con toda la inevitable claridad de la antigua articulación. Aquí aparece la salvaje economía del jeroglífico. Las palabras no son ya las amables contorsiones de la tinta del imprentero del siglo 20. Están vivas. Se abren paso a empujones hacia la página, y brillan, arden y se extinguen.”
Samuel Beckett
“Parecía que Ulysses había subvertido más allá de todo límite la técnica de la novela: Finnegans Wake rebasa este límite más allá de los umbrales de lo imaginable. Parecía que en Ulysses el lenguaje había dado prueba de todas sus posibilidades: Finnegans Wake lo lleva más allá de todo límite de ductilidad y de comunicabilidad. Parecía que Ulysses representaba el intento más atrevido de dar una fisonomía al caos: Finnegans Wake se autodefine como chaosmos y Microchasm y constituye el documento de inestabilidad formal y ambigüedad semántica más aterrador del que jamás se haya tenido noticia.”
Umberto Eco
“Cualesquiera sean los elementos que se reúnan, tienen la exactitud de un sueño en donde todas las cosas que alguna vez supimos o experimentamos ocurren no en su secuencia temporal sino de acuerdo con su necesaria magnitud, en el patrón dictado por el propósito y la lógica propios del sueño. Es lo que considero la clave para la comprensión de Obra en curso y el secreto de su particular belleza.”
Frank Budgen
“Cada cambio en la grafía de Joyce es un ingrediente mágico que enturbia nuestro registro nemónico de los vocablos y, por esa entrada, nos estimula para que asociemos ideas, hechos, conocimientos y recuerdos, cuya cantidad dependerá, indefectiblemente, de la cultura y la memoria del lector. La técnica joyceana es fantástica, pero allí no concluye su complejidad [...], cada palabra –y a su vez las palabras que cada una lleva en su seno cual madre preñada– ha de ser enhebrada en el sentido de la oración y combinada a derecha e izquierda, por encima y por debajo de la lectura, con alusiones y contraalusiones que refuercen los gérmenes significativos contenidos en las grafías desatadas. Es decir, que Joyce desmonta los vocablos, los vuelve a montar, la hibrida con voces de múltiples idiomas y los hace funcionar dentro de una estructura total. No sabemos de nadie que haya intentado por sí solo una empresa tan desmesurada, que va creciendo de lo minúsculo a lo mayúsculo, del minicosmos al ultracosmos.”
Mario E. Teruggi