1 cuota de $23.000 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $23.000 |
3 cuotas de $7.666,67 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $23.000 |
2 cuotas de $11.500 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $23.000 |
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“La primera duda consiste en saber si la religión no es un invento humano para hacer mejores a los hombres a causa del miedo a los castigos que los dioses podrían infligirles. Muchos filósofos fueron de esta opinión. En efecto, siendo cierto que todas las acciones humanas se mueven por temor al mal (el dolor) y la esperanza del bien (el placer), para impedir que los hombres transgredan las leyes que les prohíben hacer ciertas cosas, se han establecido en el mundo diversos castigos, entre otros el de la deshonra, a la cual es muy sensible el hombre naturalmente vano. No obstante ello, la malicia de los hombres puede inventar cosas para burlar la vigilancia de los magistrados o recurrir a la fuerza para colocarse por encima de las leyes, y en consecuencia quitarles el poder de condenarlos judicialmente. Por eso es que se inventó el temor a los dioses o a un dios remunerador de las buenas o de las malas acciones. ”
El manuscrito, hasta ahora nunca editado, consta de 114 páginas divididas en ocho capítulos o dudas, siendo la octava, con mucha diferencia, la más extensa de ellas. Su única copia conocida se encuentra en la Biblioteca Real de Bélgica (ms.15191) y lleva por título completo Dudas de los pirrónicos. En primer lugar, acerca de si la religión fue concebida o viene de Dios, o bien si es un artificio de los políticos, En segundo lugar, suponiendo que Dios sea el autor de ella, acerca de cuál es la verdadera y la que es preciso elegir entre el gran número de religiones diferentes que se han distribuido por la tierra. La copia es posterior a 1721; sin embargo, según la conjetura de Gianni Paganini basándose en los escritos que cita y, sobre todo, en los que no cita (las Cartas persas de Montesquieu, por ejemplo), el texto habría sido originalmente redactado un poco antes, en la segunda década del siglo XVIII. En cuanto a su autor, todo apunta a que se trató de una sola pluma, pero no se tienen otros indicios.
Fernando Bahr