Periplo es una crónica del viaje que Filloy realizó en 1930 por la cuenca del Mediterráneo, visitando España, Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Siria, El Líbano y Jerusalén. El título deriva de Ptolomeo, quien había llamado "periplo" ("viaje en barco") a los relatos de su travesía por el Mediterráneo. En esta ópera prima se esbozan la mayoría de las prácticas textuales que Filloy irá incorporando al resto de su obra: la cita, el diálogo a la manera de Platón, las observaciones minuciosas e iluminadoras, la reflexión paradojal, así como los juegos de palabras y su obsesión por la etimología.